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sábado, 23 de noviembre de 2013

La crisis ninja y otros misterios de la economía actual





Leopoldo Abadía, a través de la profundización en la situación económica actual, intenta explicarnos el origen de la crisis que estamos  atravesando, la realidad en la que nos movemos, calificada como “cruda” por el mismo autor, y unos horizontes de esperanza que de forma positiva establecen un pensamiento  alentador ,que nos mueve a todos los lectores a luchar por conseguir un mundo mejor basado en unos valores que en el momento en el que nos encontramos parecen perdidos.
Leopoldo Abadía, ofrece un interesante trabajo de reflexión estructurado en ocho capítulos y un epílogo que se dirige especialmente a todos los que, de alguna manera, se  preguntan por la situación económica actual, sus orígenes y consecuencias que afectan  en estos momentos a gran parte de la economía mundial. La crisis ninja es una crisis que tiene unos responsables muy definidos y unos pacientes que desde el mileurismo hacen  malabares en sus economías domésticas para poder llegar a fin de mes.
El tema por tanto resulta,  más que interesante, necesario para poder dar unas respuesta seria, clara y concisa a todas las realidades humanas y estructuras sociales deseosas de vías de salida  de un túnel que parece no acabar nunca. Abadía nos promete un viaje real desde un paraje irreal: San Quirico, y nos ofrece como compañeros de viaje  a un petirrojo  visitante ocasional de su casa de retiro y a su fiel perro Helmut, y como coordenadas de trabajo los escritos que realiza en las servilletas del bar junto a sus amigos, poniendo como ejemplos las soluciones dadas por él mismo y su esposa desde la economía familiar.
¿Cómo es posible que pueda afectar lo que ocurre en Illinois a San Quirico?. Con esta pregunta, el autor suscita en nosotros un deseo de enfrentarnos a sus reflexiones y análisis en torno a la economía y su situación crítica para todos nosotros:
la burbuja Internet, la caída de la Reserva Federal de Estados Unidos, la multiplicación del precio de las viviendas en Estados Unidos, el tipo de interés bajo en los mercados financieros durante años, préstamos a bajo interés en un primer momento, préstamos arriesgados y cobro de intereses más elevados en un momento ulterior, concesiones de créditos hipotecarios superiores a los valores reales de las casas, aparición de las hipotecas “subprime” con gran riesgo de impago, además como la economía americana iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas, aumento del número de operaciones, aparición de las Normas de Basilea que  exigen a todos los bancos del mundo que tengan un capital mínimo en relación con sus activos, la aparición de la titulización y la compra y venta de esos paquetes por parte de los bancos, y toda una serie de procedimientos que hace que la economía se vaya resintiendo cada vez más y los bancos se muestren reticentes a conceder, entre otras cosas, menos créditos.
Lo que si parece cierto es que nadie conoce la dimensión real de la crisis y que las  personas que la originaron repartieron dinero por el mundo sin tener ninguna moderación, según afirma Abadía. Por otra parte la crisis, no sólo es una crisis de tipo económico, sino que es también una crisis de decencia por el enriquecimiento brutal de algunas personas relacionadas directamente por este hecho y por ende responsables de esta situación.
¿Hasta cuando durará esta situación?, pregunta Abadía. Algo difícil de precisar, responde. Todo depende de un alto ejercicio de responsabilidad global en el ejercicio de nuestra libertad, una responsabilidad que nos llama a ejercerla en toda nuestra vida, en definitiva, dirá el autor a ser empresarios desde ésta óptica de nuestra existencia.

Resulta interesante el comentario escrito del autor en torno a los Presupuestos Generales del Estado, al origen del dinero y a la distribución del mismo a nivel global. A través de la Economía casera explica detalladamente a modo de metáfora la distribución de todos los activos del Estado y como consecuencia inmediata pone de manifiesto la necesidad imperiosa para que cualquier economía funcione, que no se tenga un gasto superior a los ingresos, para que el déficit no sea imparable y las cosas se gestionen en orden al bien común.
La Crisis no ha de entenderse de forma aislada como un hecho sin más. Al contrario ha de estudiarse en su contexto global y con sus consecuencias: globales e individuales, con sus responsabilidades: globales e individuales.
¿Cuáles serán los criterios para poder salir de la crisis?. Abadía enumera tres: El optimismo, no distraerse y la prudencia.
Ser optimista, para el autor, no significa vivir al margen del mundo y sin conocimiento de los problemas que le afectan. Ser optimista con relación a la crisis significa, conocer la realidad y sacar de ella lo mejor posible. Hay que hablar de la crisis para salir de la crisis, no para caer en un negativismo sin sentido.
No hay que distraerse, las distracciones cuestan mucho dinero a los ciudadanos. Hay que atender a la realidad concreta y a la situación real y no mirar para otro lado. Enfrentarse a la situación y ofrecer soluciones.
Por último la prudencia que requiere conocer y medir las consecuencias de las acciones y, una vez evaluadas, decidir hacerlas o no atemperando muchas cosas.
Resulta interesante el capítulo que, a modo de reflexión, ofrece el autor del libro en torno a lo que significa ser empresarios de nuestra vida. Este planteamiento significa tomar las riendas en aspectos muy importantes de nuestra vida: en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestro trabajo y en nuestra vida interior que es la base de todo lo anterior y lo más importante.
Concluye Leopoldo Abadía con una preciosa reflexión que a modo de epílogo y con el ejemplo del petirrojo, intenta transmitirnos una serie de valores muy interesantes. ¿Qué hace el petirrojo cuando entra por la ventana de mi casa?, se pregunta Abadía.
Y en esa observación aparecen los siguientes apuntes:
.- Sale del nido. Al igual que nosotros hemos de salir de nuestro nido, para ampliar la visión del mundo.
.-El nido nos ha de servir de base para poder volver, hay que cuidarlo. El nido nos va a recordar dónde tenemos nuestras raíces.
.-Invertir tiempo en conocer.
.-Buscar y encontrar oportunidades, esto requiere conocimiento y constancia.
.-Procurar integrarnos en el sitio en el que estamos con prudencia.
.-Volver al nido con la familia.
.-Escuchar, ayudar y resolver los problemas del nido.
Desde esta ficción el petirrojo muestra también su optimismo, y desde la confianza instintiva de sus paseos, Leopoldo construye una base para mostrarnos como ejemplo sacar el mejor resultado de una situación concreta:
.-El petirrojo cuando vuelve a su nido, sabe que será bienvenido o por lo menos, no agredido.
.-Vuelve a pesar de que hay días que no consigue nada.
.-Da ejemplo en su casa y en la comunidad en la que vive.
.-Anima a todos los que le rodean. El optimismo arrastra a otros.
.-Sabe que hay dificultades que no desprecia.
.-Hay días que le duelen las alas.
El ejemplo del petirrojo enseña no por lo que dice, sino por lo que hace: hacer de forma optimista, con prudencia y sin distracciones. Hacer equilibrado y con conocimiento. Hacer desde nuestra responsabilidad. Hablar lo necesario y empezar a trabajar de verdad. Magnífico colofón.
El autor del libro, a través de una fundamentación muy profunda en torno a la situación actual económica, intenta detallarnos el origen de la crisis por la que estámos  atravesando, la realidad en la que nos movemos, calificada como “cruda” por el mismo autor, y unos horizontes de esperanza que de forma positiva establecen un pensamiento  alentador ,que nos mueve a todos los lectores a luchar por conseguir un mundo mejor basado en unos valores que en el momento en el que nos encontramos parecen perdidos.
Leopoldo Abadía, ofrece un interesante trabajo de reflexión estructurado en ocho capítulos y un epílogo que se dirige especialmente a todos los que, de alguna manera, se  preguntan por la situación económica actual, sus orígenes y consecuencias que afectan  en estos momentos a gran parte de la economía mundial. La crisis ninja es una crisis que tiene unos responsables muy definidos y unos pacientes que desde el mileurismo hacen  malabares en sus economías domésticas para poder llegar a fin de mes.
El tema por tanto resulta,  más que interesante, necesario para poder dar unas respuesta seria, clara y concisa a todas las realidades humanas y estructuras sociales deseosas de vías de salida  de un túnel que parece no acabar nunca. Abadía nos promete un viaje real desde un paraje irreal: San Quirico, y nos ofrece como compañeros de viaje  a un petirrojo  visitante ocasional de su casa de retiro y a su fiel perro Helmut, y como coordenadas de trabajo los escritos que realiza en las servilletas del bar junto a sus amigos, poniendo como ejemplos las soluciones dadas por él mismo y su esposa desde la economía familiar.
¿Cómo es posible que pueda afectar lo que ocurre en Illinois a San Quirico?. Con esta pregunta, el autor suscita en nosotros un deseo de enfrentarnos a sus reflexiones y análisis en torno a la economía y su situación crítica para todos nosotros:la burbuja Internet, la caída de la Reserva Federal de Estados Unidos, la multiplicación del precio de las viviendas en Estados Unidos, el tipo de interés bajo en los mercados financieros durante años, préstamos a bajo interés en un primer momento, préstamos arriesgados y cobro de intereses más elevados en un momento ulterior, concesiones de créditos hipotecarios superiores a los valores reales de las casas, aparición de las hipotecas “subprime” con gran riesgo de impago, además como la economía americana iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas, aumento del número de operaciones, aparición de las Normas de Basilea que  exigen a todos los bancos del mundo que tengan un capital mínimo en relación con sus activos, la aparición de la titulización y la compra y venta de esos paquetes por parte de los bancos, y toda una serie de procedimientos que hace que la economía se vaya resintiendo cada vez más y los bancos se muestren reticentes a conceder, entre otras cosas, menos créditos.
Lo que si parece cierto es que nadie conoce la dimensión real de la crisis y que las  personas que la originaron repartieron dinero por el mundo sin tener ninguna moderación, según afirma Abadía. Por otra parte la crisis, no sólo es una crisis de tipo económico, sino que es también una crisis de decencia por el enriquecimiento brutal de algunas personas relacionadas directamente por este hecho y por ende responsables de esta situación.
¿Hasta cuando durará esta situación?, pregunta Abadía. Algo difícil de precisar, responde. Todo depende de un alto ejercicio de responsabilidad global en el ejercicio de nuestra libertad, una responsabilidad que nos llama a ejercerla en toda nuestra vida, en definitiva, dirá el autor a ser empresarios desde ésta óptica de nuestra existencia.









Resulta interesante el comentario escrito del autor en torno a los Presupuestos Generales del Estado, al origen del dinero y a la distribución del mismo a nivel global. A través de la Economía casera explica detalladamente a modo de metáfora la distribución de todos los activos del Estado y como consecuencia inmediata pone de manifiesto la necesidad imperiosa para que cualquier economía funcione, que no se tenga un gasto superior a los ingresos, para que el déficit no sea imparable y las cosas se gestionen en orden al bien común.
La Crisis no ha de entenderse de forma aislada como un hecho sin más. Al contrario ha de estudiarse en su contexto global y con sus consecuencias: globales e individuales, con sus responsabilidades: globales e individuales.
¿Cuáles serán los criterios para poder salir de la crisis?. Abadía enumera tres: El optimismo, no distraerse y la prudencia. Ser optimista, para el autor, no significa vivir al margen del mundo y sin conocimiento de los problemas que le afectan. Ser optimista con relación a la crisis significa, conocer la realidad y sacar de ella lo mejor posible. Hay que hablar de la crisis para salir de la crisis, no para caer en un negativismo sin sentido.No hay que distraerse, las distracciones cuestan mucho dinero a los ciudadanos. Hay que atender a la realidad concreta y a la situación real y no mirar para otro lado. Enfrentarse a la situación y ofrecer soluciones.Por último la prudencia que requiere conocer y medir las consecuencias de las acciones y, una vez evaluadas, decidir hacerlas o no atemperando muchas cosas.
Resulta interesante el capítulo que, a modo de reflexión, ofrece el autor del libro en torno a lo que significa ser empresarios de nuestra vida. Este planteamiento significa tomar las riendas en aspectos muy importantes de nuestra vida: en nuestra familia, en nuestros amigos, en nuestro trabajo y en nuestra vida interior que es la base de todo lo anterior y lo más importante.
Concluye Leopoldo Abadía con una preciosa reflexión que a modo de epílogo y con el ejemplo del petirrojo, intenta transmitirnos una serie de valores muy interesantes. ¿Qué hace el petirrojo cuando entra por la ventana de mi casa?, se pregunta Abadía. Y en esa observación aparecen los siguientes apuntes:.- Sale del nido. Al igual que nosotros hemos de salir de nuestro nido, para ampliar la visión del mundo..-El nido nos ha de servir de base para poder volver, hay que cuidarlo. El nido nos va a recordar dónde tenemos nuestras raíces..-Invertir tiempo en conocer..-Buscar y encontrar oportunidades, esto requiere conocimiento y constancia..-Procurar integrarnos en el sitio en el que estamos con prudencia..-Volver al nido con la familia..-Escuchar, ayudar y resolver los problemas del nido.
Desde esta ficción el petirrojo muestra también su optimismo, y desde la confianza instintiva de sus paseos, Leopoldo construye una base para mostrarnos como ejemplo sacar el mejor resultado de una situación concreta:.-El petirrojo cuando vuelve a su nido, sabe que será bienvenido o por lo menos, no agredido..-Vuelve a pesar de que hay días que no consigue nada..-Da ejemplo en su casa y en la comunidad en la que vive..-Anima a todos los que le rodean. El optimismo arrastra a otros..-Sabe que hay dificultades que no desprecia..-Hay días que le duelen las alas.

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