La experta en información
económica Rosa del Río construye un manual indispensable para todo aquel
periodista que quiera ocuparse o ya se ocupe de producir informaciones de esta
índole. Como su enfoque es totalmente práctico, cada aporte teórico va
acompañado de ejemplos que hagan las veces de modelo para que el periodista
pueda usar en su actividad habitual los conocimientos adquiridos tras la
lectura de esta obra.
La escritora comienza su obra
didáctica con un paseo por la historia de la prensa económica y financiera
desde el plano internacional para centrarse luego en el español. A partir de
ahí, divide su obra en dos partes: una primera en la que expone las bases de la
actividad periodística en materia económica y financiera, y una segunda donde
analiza cada una de las secciones que componen los medios de información
económica.
A lo largo de la primera
parte del libro, analiza cómo deben desarrollarse las relaciones profesionales
entre los encargados de la información institucional y los de la información
periodística en materia de economía y finanzas.
Distinguiendo entre la
tarea del periodista fuente y la del periodista que trabaja en los medios o
redactor en activo, la experta establece que mientras que la tarea del primero
es explicar lo que acontece dentro de su compañía y saber convertir los datos
en información textual, la del redactor es explicar esos datos a la ciudadanía
y complementarlos con información que sirva para contextualizarlos.
Del Río ofrece las bases
para el buen trabajo de ambos tipos de periodistas. Además, advierte de que una
empresa ha de establecer líneas eficaces de comunicación con los medios para
que la información llegue de la mejor manera posible a la población. No se
deberá castigar a ningún medio con la privación de información de primera mano,
pues éste podría contraatacar poniendo de relevancia datos o procesos negativos
para la empresa. Tampoco se debe abusar de ruedas de prensa, aunque no debe
prescindirse de ellas a la hora de presentar informaciones clave, como pueden
serlo los resultados obtenidos al cierre de un ejercicio.
Asimismo, la autora da
las pautas de selección, valoración y construcción de las diferentes noticias
económicas. Además, compara y contrasta cómo debe tratarse la información
económica en los diferentes medios, tanto en los tradicionales (prensa escrita,
radio y televisión) como en el nuevo gigante de la comunicación, Internet,
donde algunos de los periodistas más veteranos no se sienten aún cómodos y no
consiguen ofrecer una información de calidad en relación con lo que los nuevos
sistemas demandan.
El redactor de los medios
generalistas debe saber que, generalmente, el público no es experto en
economía. Por ello, debe tratar esta ciencia desconocida para muchos desde la
claridad y la simplicidad, sin faltar por ello a la verdad o a la objetividad.
Así, las noticias que tendrán cabida en estos medios serán las que despierten
un mayor interés en la población, mientras que las noticias referentes a temas
que requieran de un mayor grado de especialización o de conocimientos irán
destinadas a los medios especializados.
En la segunda parte del
libro, más extensa que la primera, la autora pretende que el lector comprenda
los conceptos claves y sepa manejar de manera eficaz el lenguaje de cada
sección especializada que compone la información económica y financiera de un
medio de comunicación. Para ello, se detiene en cada una de estas secciones o
subespecialidades (economía general o macroeconomía, economía de empresas o
microeconomía, finanzas y política monetaria, mercados de valores y Bolsa, la
relativa a la Unión Europea y la referente al panorama internacional). Analiza
las fuentes de información que nutren cada una de ellas y, además, ofrece
ejemplos prácticos de redacción y corrección de noticias pertenecientes a todas
las subespecialidades.
Cabe destacar que, a la
hora de tratar la información de la Unión Europea, Rosa del Río se remite al
origen y evolución de ésta, partiendo de la base de la integración económica.
Además, en cuanto a la sección
internacional, subraya que la globalización favorece a que cada hecho que
acontece en un determinado país pueda tener repercusiones en muchos otros, lo
que en el plano económico supone, por ejemplo, que una simple quiebra pueda
afectar a la Bolsa de prácticamente cualquier Estado.
La autora acaba este
manual básico para el periodista económico con una amplia bibliografía útil y
un pequeño diccionario en el que encontrará la definición de numerosos
conceptos con los que tendrá que usar día a día en su tarea como periodista.
El libro es del todo útil
a la hora de acudir a él en momentos puntuales, pues sirve para resolver
cualquier tipo de duda en materia de información económica.
Desde mi punto de vista,
la mayoría de los periodistas sabemos un poco de todo pero, a la misma vez, no
somos expertos en nada. Por ello, es indispensable poseer herramientas de
trabajo que puedan contribuir a solventar los problemas con los que se
encuentra el periodista día a día y que derivan de su previsiblemente bajo
grado de especialización en la materia sobre la que está produciendo
información.
Este manual, además de
sentar las bases de la actividad periodística y delimitar la misma, ofrece las
definiciones de los principales conceptos que un periodista económico ha de
manejar. Esto es de gran ayuda, pues una
de sus principales metas como profesional es poder desenvolverse con soltura en
la materia en la que se engloba la información que produce.
En la actualidad, la
crisis económica y las posteriores recesiones, cuyas consecuencias han sido del
todo negativas para el grueso de la población española (recortes de presupuesto
y de personal, cuantías menores en materia de ayudas y becas, reducción de
garantías sociales y prestaciones en el ámbito de la seguridad social y el
mundo laboral…), han hecho que el ciudadano de a pie se interese cada vez más
por conocer qué sucede en su país, en las empresas de éste y en el mundo en
general, pues ha aprendido que el desarrollo económico, así como su evolución o
involución, determinarán las políticas de los gobiernos en materia económica,
las cuales afectarán, de una manera u otra, a su futuro y al de las
generaciones venideras.
Por esto, los periodistas
hemos de proporcionar información económica de la manera más clara y objetiva
posible, para que la gente pueda entender lo que ocurre en las empresas, los
bancos y la Administración pública y, en base a ello, forjar su propia opinión
acerca de la situación y sacar sus propias conclusiones sobre el acierto o
error de la aplicación de uno u otro tipo de políticas económicas por parte de
los gobiernos.
En definitiva, el
periodista nunca debe olvidar el compromiso que tiene con la sociedad, pues un
pueblo bien informado se desarrolla en libertad y no admite la corrupción, la
mala gestión de los fondos públicos y los abusos de poder.
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